Trabajar implica invertir esfuerzo físico y/o mental; esfuerzo que invertido repetidamente o sostenidamente se traduce en altos niveles de fatiga y estrés por el que requerimos un descanso para reponer las energías agotadas. Trabajar hasta el agotamiento físico o psíquico puede desencadenar en problemas crónicos de salud (estrés, enfermedades cardiovasculares) y en problemas laborales (absentismo por enfermedad, accidentes laborales, bajo desempeño, alta rotación de empleados y conflictos interpersonales, entre otros).
El cuerpo y la mente son los primeros en enviarnos señales del cansancio acumulado, suponiendo la recuperación una necesidad inherente de nuestra capacidad limitada como seres humanos.
Cuando hablamos de recuperación del estrés, nos referimos a descansar de los factores que generan dicho estrés. Recuperarse puede entenderse como un proceso positivo que disminuye las consecuencias negativas de la fatiga. Desde una perspectiva fisiológica, el descanso del trabajo, reduce y previene la acumulación de agotamiento y estrés que conduce al deterioro de la salud. Desde una perspectiva psicológica, restaura nuestros recursos y energías preparándonos para las actuales o nuevas demandas laborales.